COVID- 19: La respuesta social a la pandemia

Difícilmente alguien podría haber adelantado la gravedad de la situación con la aparición del virus SARS-CoV-2 y la enfermedad COVID-19. Cuando a inicios de marzo fuera declarada pandemia por la OMS aún no se podían prever la magnitud de los daños humanos, económicos y sociales que traería la expansión de la enfermedad.

Sin dudas ha puesto en tensión a toda la humanidad, ha exigido el máximo de atención de los diversos gobiernos y también ha puesto de manifiesto profundas contradicciones en las respuestas políticas y las capacidades de los sistemas de salud para hacerles frente.

Contrastan posturas políticas como las del gobierno de EEUU, que insiste en culpar a otros por la situación actual y llega incluso a amenazar primero con retirar los fondos a la OMS y luego incluso de retirarse del organismo, con las de otras naciones que cooperan y brindan apoyo a otros países tanto de insumos como de ayuda profesional.

Son visibles los esfuerzos desde la ciencia a escala mundial en su responsabilidad de establecer propuestas terapéuticas y medidas sociales para prevenir o atenuar el camino de la expansión del letal virus, de facilitar a los gobiernos instrumentos para el manejo adecuado a la situación.

La ciencia cubana con pleno respeto a la vida de cada ser humano y su sentido humanista más evidente, lidera cada batalla, acompaña cada medida, da muestras de rigor, alto significado social y pertinencia a los ideales sociales de salvaguardar la nación y su gente. (1)

Según la valoración de Núñez Jover la ciencia cubana en el escenario del enfrentamiento a la enfermedad, ha ampliado sus capacidades ya instaladas y demostrado fortalezas como el incremento de la colaboración institucional; los diálogos interdisciplinarios; la celeridad de las acciones, los nexos directos con el gobierno; el acompañamiento del conocimiento experto en la evaluación cuidadosa de las decisiones; en una estimación más profunda Núñez afirma que se trata de la confirmación de un modo de hacer ciencia en Cuba que corresponde al concepto de ciencia de la sostenibilidad, claramente divergente al modelo cognitivo dominante en la industria médico-farmacéutica mundial.2)

Las ciencias sociales, la economía, la política, la comunicación, la sicología, las artes, juegan un rol destacado en el entorno social y la conducción de los procesos. Más que nunca se visualiza la importancia de enfocar socialmente en especial este problema de salud, actualizar y colocar a disposición los aportes teórico -metodológicos anteriormente obtenidos para esta nueva y grave situación epidemiológica y social.

Resulta importante la utilización de aparatos conceptuales ya elaborados como la interpretación de la actualidad con ayuda de la concepción de la salud como proceso de respuesta social, que la define precisamente como el modo de actuación de la sociedad como un todo ante el problema de la salud- enfermedad, la forma de concebir, organizar y controlar la actividad de atención y prevención de las enfermedades; la educación y la promoción de la salud; el accionar de las instituciones que propician otros servicios de sostenimiento en la sociedad y el accionar de la población en el sentido más general.

La respuesta social no solo se refiere a la población, al ámbito de la subjetividad de los diversos actores sociales, sus representaciones, conocimientos y actitudes, que muchas veces se identifican solamente con el concepto percepción del riesgo; tiene además un carácter institucional relacionado al concepto de Sistema de Salud y sus componentes, la política de salud, mediante la cual se organizan, planifican y ejecutan acciones y programas de salud.

También la respuesta social abarca la participación de otros elementos institucionalizados de la sociedad, entiéndase, de otros sectores de los servicios sociales. Por tanto, la respuesta social presenta las dimensiones: política, institucional y poblacional. Estas dimensiones han sido a su vez operacionalizadas y utilizadas inicialmente en un caso de estudio de salud3 y permite estudiar los nuevos contextos con ayuda de un abanico diverso de indicadores sociales.

La dimensión política ha sido en este caso del enfrentamiento a este problema de salud muy obvia, la pandemia ha demostrado las profundas brechas y debilidades políticas en lo social y en especial en las políticas de salud en el mundo, en contraste con modelos más organizados, esta dimensión da acceso a la interpretación de su significado con la máxima prioridad y responsabilidad social, y merece ser reflexivos con relación a las especificidades de la experiencia cubana.

La dimensión institucional coloca otros temas bajo escrutinio, cuáles son las capacidades institucionales en las que aún quedan potencialidades para hacerle frente a la letal pandemia, cómo potenciar la intersectorialidad, cuáles son las vías más efectivas para acrecentar la capacidad de lo institucional en medio de las medidas de distanciamiento y aislamiento social, qué falta aún por hacer en estos aspectos.

Por último, y no menos importante la dimensión poblacional que en opinión de muchos expertos donde se encuentran hoy en Cuba las mayores reservas de efectividad de las medidas tomadas, la oportunidad para explorar cómo es el comportamiento poblacional, qué conoce y reconoce la población o los diversos grupos poblacionales como importante para su cumplimiento, cuál es el nivel de responsabilidad por su accionar y cómo estimular modos de actuación y conductas cada vez más disciplinados y cívicos.

Humanidades Médicas se une a este esfuerzo y convoca a la comunidad científica a publicar sus resultados, a reflexionar, comparar, analizar cuanto más podemos hacer en este difícil contexto por lo epidemiológico, agravado por la situación política e ideológica internacional en especial por las actitudes imperiales.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Historial:
  • » Recibido: 24/04/2020
  • » Aceptado: 26/04/2020
  • » Publicado : 29/03/2020


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