El objetivo del presente texto está dirigido a fundamentar cuestiones inherentes al proceso de la prevención de los trastornos mencionados, objeto de estudio del área de la lengua materna, como saber imprescindible para que las educadoras se nutran de los elementos esenciales que deben conocer los agentes y agencias educativas participantes en las diferentes modalidades de atención. Se ofrecen, además, sugerencias de cómo proceder en la orientación a las familias para contribuir a que el desarrollo, en cada periodo etario transcurra favorablemente e incluye también las acciones a adoptar ante posibles desviaciones. Estos resultados derivan de las acciones del Proyecto de investigación La atención logopédica integral a la primera infancia, que se encuentra en ejecución desde septiembre de 2019, el cual se extenderá hasta diciembre de 2021 liderado por profesionales del departamento Educación Especial de la Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte Loynaz.
The objective of this text is aimed at substantiating issues inherent to the process of prevention of the aforementioned disorders, an object of study in the area of the mother tongue, as essential knowledge for educators to be nurtured by the essential elements that agents and agents must know. Educational agencies participating in the different care modalities. In addition, suggestions are offered on how to proceed in the orientation of families to help their development, in each age period, pass favorably and also include the actions to be taken in the event of possible deviations. These results derive from the actions of the research project Comprehensive speech therapy care for early childhood, which has been running since September 2019, which will run until December 2021 led by professionals from the Special Education department of the University of Camagüey Ignacio Agramonte Loynaz.
- prevención;
- trastornos del lenguaje;
- comunicación;
- primera infancia.
- prevention;
- language disorders;
- communication;
- early childhood.
INTRODUCCIÓN
El desarrollo del lenguaje y la comunicación constituye preocupación permanente en padres y educadores; la atención a las primeras palabras que debe decir el niño, la calidad de su pronunciación, la fluidez que alcanza cuando describe o narra; constituyen contenido de los intercambios en la familia y la escuela. El aprendizaje de las palabras para nombrar objetos y fenómenos de la realidad se convierte en una verdadera proeza para los niños y, para los padres, el cumplimiento de las expectativas en torno al desarrollo lingüístico comunicativo de sus hijos.
Los estudios desarrollados en muchos países para establecer cifras relacionadas con la cantidad de palabras que los niños deben decir en cada periodo, han sido múltiples y los resultados son abordados en la formación curricular de los futuros educadores, particularmente los logros del desarrollo de los periodos evolutivos de la primera infancia, con énfasis en las particularidades que atañen al niño cubano. La comunicación para la educadora tiene dos aristas, primera, el desarrollo de su capacidad para producir e interpretar información en la multiplicidad de contextos en los que actúa y segunda, la capacidad para conducir el proceso educativo que debe caracterizarse por el uso esmerado de la lengua.1
Al decir de Horruitiner Silva,2) en el propósito de promover un aprendizaje cada vez más significativo y con el interés de disminuir la presencialidad e implementar prácticas de autogestión del conocimiento en las que se vincule la teoría y la práctica; los procesos sustantivos juegan un papel fundamental, sobre todo si se desea perfeccionar el vínculo entre carreras, entre niveles educativos como vía para resolver las carencias académicas que todavía se aprecian en el proceso formativo. En este particular la preparación de las educadoras para prevenir los trastornos que se presentan en los diferentes niveles comunicativos debe concretarse e en función del establecimiento de las relaciones que presupone el enfoque intersectorial que demanda esta atención, lo cual implica el intercambio permanente en Educación y Salud.
A su vez, el empleo de situaciones sociales concretas en el proceso de formación se refleja desde el tratamiento a los componentes académico, laboral-investigativo y extensionista, que conducen a una nueva mirada de las funciones, contextos y formas de conducir el aprendizaje de las educadoras en formación y lograr que se potencien en la transversalidad del currículo la dimensión pragmática del discurso como expresión máxima de la competencia comunicativa.
Desde esta perspectiva, la apertura del Plan de Estudio E,3 en el curso 2016-2017, para la Licenciatura en Educación Primaria, reconoce la necesidad de atemperar el proceso de formación inicial, de manera que promueva la atención a las particularidades en el desarrollo del lenguaje, en todos los niños de la primera infancia, al declarar desde el modelo del profesional la urgencia de atender la diversidad y desarrollar prácticas cada vez más inclusivas:
El Modelo del Profesional de la Educación Infantil se integra en un tronco común y responde a la profesión de un educador, formación que se despliega en las carreras de Licenciatura en Educación Prescolar, Educación Primaria, Educación Especial y Educación Logopedia y se revela en la atención educativa integral de 0 a 18 años.1
Sin embargo, ha sido insuficiente el abordaje de la organización de este proceso, de manera que desde los componentes curriculares se desplieguen acciones que satisfagan las demandas en la preparación para asumir la prevención de las desviaciones del lenguaje y la comunicación en la primera infancia, si se toma en consideración que es en este nivel educativo donde se presentan determinadas manifestaciones de índole fisiológico que pudieran devenir en alteraciones; sino se tiene la preparación requerida para su atención educativa.
Al respecto, Franco García, (4 Hernández Socarrás, 5 Martínez Rubio,6) Vega Gallardo y García Hernández,7) Bermúdez Monteagudo y Diaz Vera,8 Heredia Heredia, 9) destacan como prestigiosos investigadores de la Educación Preescolar a nivel nacional, que han contribuido a perfeccionar el proceso de formación y superación. Con sus estudios identifican las carencias en el abordaje teórico hacia la comunicación y sus desviaciones, desde lo preventivo, elemento que aporta mejor atención al desarrollo de cada individualidad como expresión de un proceso educativo heterogéneo, donde la diversidad, en cuanto a desarrollo y origen, no puede perderse de vista.
La revisión de documentos normativos del Plan de estudio E,3 el análisis de la prevalencia de los trastornos en el lenguaje y la comunicación en la primera infancia, así como los resultados de las pesquisas realizadas, posibilitaron reconocer que el plan de estudio concibe la atención a la diversidad y las prácticas inclusivas de forma general, como parte del Modelo del Profesional,1 lo cual se declara desde los objetivos, contenidos y habilidades.
No obstante, no se expresan en las orientaciones metodológicas, el cómo organizar ese proceso de formación para que los modos de actuación sean inclusivos, para que se atiendan, de manera preventiva, las alteraciones que pudieran aparecer fruto de la ontogénesis del lenguaje y la comunicación, estas fallas se evidencian desde los presupuestos teóricos para la formación del educador preescolar. (3
Por todo lo anterior, el objetivo del presente texto radica en fundamentar cuestiones inherentes al proceso de la prevención de los trastornos mencionados, objeto de estudio del área de la lengua materna en el proceso de formación del educador preescolar.
DESARROLLO
El desarrollo del lenguaje y la comunicación está ligado a condiciones biológicas y socio ambientales, no puede considerarse que proceso tan complejo sea alcanzado por la espontaneidad de cada sujeto, la disposición orgánica y funcional de estructuras del organismo humano, están ahí, para cumplir determinadas funciones vitales para la supervivencia, aprovecharlas para que recepcionen, organicen, den respuesta a los estímulos que generan intercambio social verbal, es una tarea que solo se logra entre los individuos en comunicación, es decir, inicialmente entre los hijos y sus padres.
La comunicación humana siempre tiene el sello de la individualidad, refleja la manera en que se percibe e interpreta el mundo, las normas de la sociedad a la que se pertenece, la persona en que el hombre se convierte, lo que el individuo sabe y cómo se canalizan las emociones y sentimientos haciendo uso de los recursos que brinda la lengua.
Como refiere Pons Rodríguez 10
. Este hecho demuestra la importancia que tiene para todos poner la máxima atención en aquellas acciones que contribuyan al desarrollo de la expresión oral.“[…] la comunicación ocupa alrededor del 80% del tiempo total de los seres humanos, las habilidades de la comunicación oral representan el 75% del tiempo global que utilizan las personas para comunicarse”
Resulta entonces de suma importancia que desde las edades más tempranas se dedique especial atención a los modelos de formación de los niños. A la luz de lo expuesto por Cassany, Luna y Sans,11 se intenciona el desarrollo de la competencia comunicativa, atendiendo a que estos estudiosos la asumen como
.“[...] la capacidad de usar el lenguaje apropiadamente en las diversas situaciones sociales que se presentan cada día”
Bell Rodríguez,12 advierte que Vigotsky y sus seguidores reconocen la primera infancia entre 0 a 6 años y apunta que la consideran
. Son reconocidos como los períodos sensitivos o críticos en el niño, para el desarrollo de determinadas funciones psíquicas. Él puntualiza que estos períodos se caracterizan por una elevada sensibilidad del niño a la influencia de factores sociales que favorecen la formación efectiva de dichas funciones.“[...] el período más saturado y rico en contenido, más denso y lleno de valor del desarrollo en general”
La necesidad que tiene el niño de comunicarse lo motiva en la asimilación de uno de los vehículos más importantes de relación, el lenguaje. Este se desarrolla porque necesita participar en la actividad con los mayores; para que esto sea posible, no solo debe comprender, es decir, ser receptivo, sino también emitir las correspondientes verbalizaciones.
Estudios desarrollados por Bouton,13, Figueredo,14 Monfort y Juárez,15) sobre las etapas por las que transita el lenguaje en la ontogenia, coinciden en reconocer:
Etapa preparatoria o prelenguaje: Para el entrenamiento de las estructuras fono articulatorias, es decir la respiración en función del habla, las modulaciones de la voz, los movimientos de los órganos articulatorios, la atención auditiva para recepcionar los mensajes y la actitud del sujeto para participar en los intercambios. Este periodo por lo general transcurre en el primer año de vida del niño.
Primer lenguaje: fruto del aprendizaje de los primeros signos lingüísticos, se refleja en las primeras palabras al denominar los objetos y fenómenos de la realidad circundante, se caracteriza por las imperfecciones fonéticas como consecuencia de la ardua labor que debe desarrollar el niño, para reproducir los modelos que ofrece el adulto, la incorporación gradual de estructuras gramaticales que hacen más completa la expresión, pero, que aún demanda de perfeccionamiento. Este periodo o etapa se desarrolla entre el primer y segundo años de vida.
Lenguaje propiamente dicho: El niño alcanza plenamente la capacidad para denominar, describir, narrar; haciendo uso de todos los recursos verbales y extraverbales de que dispone para expresar y comprender mensajes. En este momento del desarrollo, por lo general, aparecen algunas manifestaciones fisiológicas como sustituciones de fonemas por su parecido acústico o articulatorio, omisiones o distorsiones que son reflejo de lo complejo que resulta para el niño diferenciar dentro del flujo sonoro de las emisiones de los adultos, las particularidades de los sonidos del idioma.
En esta etapa también pueden aparecer titubeos, vacilaciones, repeticiones de palabras o fragmentos de estas que limitan la fluidez de las expresiones y que a veces se confunden con una posible tartamudez. De este particular es atinado referir que la tartamudez inicial, en muchos casos está más en el oído de los padres que en la boca de los niños.
La falta de fluidez que se aprecia en ellos entre los 3, 4 y a veces 5 años está dada por factores fisiológicos, es decir, tienen necesidades comunicativas crecientes y aún no poseen todos los recursos lingüísticos para desarrollar las emisiones verbales que desean, todavía están madurando las estructuras corticales y de los sistemas periféricos que están relacionados con la generación y comprensión del lenguaje, este fenómeno es conocido como tartaleo fisiológico.13,15
El lenguaje en su mecanismo es muy complejo y se completa y perfecciona durante muchos años. En el proceso comunicativo se desarrollan en el sujeto aptitudes físicas y mentales que le llevan a la solución de tareas y problemas concretos, que ganan en complejidad en la medida en que se alcanza un mayor grado de madurez psicofísica.
Las interpretaciones de cómo transcurre este proceso y los límites entre las diferentes etapas es diverso, pero hay una posición común y es el hecho de ver las etapas por las que atraviesa el lenguaje en la ontogenia, como una sucesión natural, en las cuales el ritmo de progresión varía considerablemente de un sujeto a sujeto.
Los elementos abordados ratifican que para el nivel educativo preescolar hoy no es posible ni siquiera pensar en el desarrollo integral y armónico de los aspectos intelectuales, afectivos y sociales de los educandos, si no se hace pensando en la educación en lengua y comunicación. Esta tarea le corresponde a la familia, que tiene el momento inicial de este proceso, pero también a la institución educativa y al resto del entorno social al tomar rápidamente los espacios que les corresponden.
Si se es consecuente con la didáctica de la lengua, entonces los máximos esfuerzos deben dirigirse hacia el logro de la competencia comunicativa en el educando, es decir, el conocimiento que posee para usar el lenguaje, a fin de comunicar lo que se desea expresar en cada situación. Por tanto, el proceso formativo de la educadora preescolar debe dirigirse, como ideal, al logro de la competencia pragmática, vista por Báez García (16) como
.“[…] el conjunto de conocimientos que los interlocutores tienen del sistema de reglas y principios que hacen posible utilizar una lengua, interrelacionando metas, medios lingüísticos disponibles y códigos no verbales”
En esta dirección las indagaciones realizadas posibilitan determinar que diversos investigadores como Franco García;4) Hernández Socarrás;2 Martínez Rubio;6 Vega Gallardo y García Hernández;7) Bermúdez Monteagudo y Diaz Vera;8) Rey Benguría;17) García Pérez y Escalona Vázquez;18) Sampayo Hernández, Cuenca Díaz y Peña Cruz;19) han prestado atención al proceso formativo del educador preescolar en sus diferentes etapas, con observaciones a temáticas oportunas y necesarias que develan la preocupación por elevar la preparación de estos profesionales.
Subyace en cada una de estas investigaciones, el interés por situar al niño en el centro de todas las acciones educativas, a pesar de los múltiples contextos en los que se interactúa, no se renuncia a que las posturas que se adopten respeten la individualidad de los educandos, su origen social, sus potencialidades, de manera que las posibles limitaciones no perjudiquen o retarden los logros del desarrollo de cada periodo etario.
En tal sentido el modelo actuante de formación, declara de manera explícita la atención a la diversidad y el desarrollo de prácticas cada vez más inclusivas, idea que sustenta el carácter preventivo del proceso de formación inicial, con un enfoque ontogenético y estimulador del desarrollo. (1
Al respecto Fernández Pérez de Alejo (20) considera que para la edad temprana y preescolar la prevención se asuma como
. Sobre ello Salguero Santana, Álvarez Arrieta y Verane Dubalón;21 López Salas y Puebla Caballero;22) Galeote Moreno, Soto, Serrano, Pulido, Rey y Martínez-Roa;23 Latorre Cosculluela y Puyuelo Sanclemente,24) López Salas, Pons Rodríguez y Gómez Cardoso,25) reconocen el valor de la estimulación en la primera infancia y la identificación temprana de las alteraciones del lenguaje en los niños con discapacidad.“[…] un sistema de medidas de orientación, con valor pronóstico para detectar un desarrollo no considerado como normal, evitar y atenuar la expresión de la discapacidad y propiciar la potenciación del desarrollo humano”
Es atinado pensar que el educador preescolar, desde su formación, debe adquirir las herramientas que le permitan el desarrollo de habilidades profesionales para atender a los niños de la primera infancia, integrando sus saberes a los de otros especialistas, que atendiendo al carácter intersectorial del proceso educativo en las primeras edades, tienen una responsabilidad en la estimulación de la comunicación, especialmente el maestro logopeda y los profesionales de la Salud como el estomatólogo, el logofonoaudiólogo, los logofoniatras y los trabajadores sociales, entre otros.
Esta visión interdisciplinar permite la ejecución de acciones integradas que aseguren el respeto al curso individual del desarrollo del niño; no se debe olvidar que el desarrollo es una categoría filosófica que denota los cambios de un estado cualitativamente inferior a uno superior y que toda persona es susceptible de desarrollarse independientemente de sus características, lo cual encierra la esencia extraordinariamente humana, pues favorece trabajar con el individuo sobre las bases de sus potencialidades.
La formación del niño en la primera infancia precisa entonces, del respeto a sus peculiaridades en la medida en que se estimula el avance, por lo cual esta etapa es altamente inclusiva. Esta educación se sustenta en la construcción de empatías sobre una base eudemonista si se tienen en cuenta el propósito de construir o ayudar a encauzar la felicidad del individuo y sus familias, lo que exige centrarse más en las potencialidades que en el defecto, sin dejar de tomarlo como elemento de partida y comparación en el desarrollo planeado.
Tales presupuestos son esenciales, en función de asegurar la aprehensión de modos de hacer, en un proceso formativo en el que el niño constituye el centro de todas as acciones de la familia y la escuela, principio que sustenta la educación en la primera infancia y que se expresa en el respeto a sus necesidades, las particularidades de las interacciones sociales que establece y especialmente en el carácter preventivo de la atención educativa integral, en la que todos los niños tienen derecho a aprender independientemente de las peculiares coordenadas contextuales, culturales, familiares, sociales en que viva.21-25
En cuanto a esta particularidad, cabe resaltar el carácter intersectorial que distingue en Cuba la atención al menor, responsabilidad que se describe en programas nacionales como lo es el Programa de Atención Materno Infantil (26) el cual contiene el Programa Educa a tu hijo.
Laire27 en el informe presentado por el Estado cubano ante la UNICEF, refiere entre otros elementos, los antecedentes del desarrollo de la primera infancia, el sistema cubano para su atención, las estrategias que se implementan y todos los componentes, acciones y responsabilidades de actores, ministerios e instituciones implicados en el cumplimiento del Programa Educa a tu hijo. Se defiende que este programa tiene tres componentes básicos: la familia, la comunidad y el carácter intersectorial, sobre lo que se declara:
El programa Educa a tu Hijo se gestiona a través de Grupos Coordinadores intersectoriales en los diferentes niveles de la división político-administrativa del país (nacional, provincial, municipal, comunitario). Aunque estén bajo la coordinación del MINED, esos grupos están conformados por todas las organizaciones y sectores involucrados en el programa: salud, nutrición, crecimiento y desarrollo, justicia, cultura, deporte, asistencia social, prevención, radio y televisión, organizaciones populares (FMC, CDR, ANAP), centros de investigación y universidades.27
En medio de todas estas disposiciones, la educadora preescolar juega un papel fundamental, pues al estar permanentemente en contacto con el niño, descubre cualquier indicio de afectación en cuanto al desarrollo del lenguaje o de la comunicación, para lo cual debe recibir desde el pregrado una sólida formación.
En estudios desarrollados por Suárez Acosta, Pons Rodríguez y Hernández Sánchez, (28 se aborda el comportamiento en el proceso formativo del educador preescolar del tratamiento a la prevención de las desviaciones del lenguaje y la comunicación en la primera infancia. De lo cual derivan como regularidades las siguientes:
Los fundamentos teóricos y metodológicos relacionados con la prevención de las desviaciones de la comunicación oral en la primera infancia, en el proceso de formación del educador preescolar de nivel superior, ha transitado de concepciones centradas en el lenguaje a una visión más amplia desde el enfoque comunicativo de la lengua, no obstante, aún se adolece de fundamentos que singularicen las particularidades de la atención educativa con fines preventivos y correctivos.
En el proceso de formación del educador preescolar se han instrumentado modelos que no han incorporado la prevención de las desviaciones lingüístico comunicativas en la primera infancia, a los que promueven las prácticas cada vez más inclusivas hacia las diferentes discapacidades; sin embargo, sigue siendo limitado el tratamiento teórico y metodológico a la prevención de los trastornos en esta área del desarrollo.
La concienciación de la necesidad de incorporar en el proceso de formación del educador preescolar, la prevención de las desviaciones de la comunicación y el lenguaje en sus inicios prevaleció la ignorancia de estos aspectos, para incorporar de forma gradual el reconocimiento de su importancia e instrumentación de acciones desde la labor formativa y educativa.
La labor investigativa referida a la prevención de las desviaciones lingüístico comunicativas en la primera infancia, ha manifestado la tendencia al estudio del lenguaje en la norma y su comportamiento en las discapacidades que reciben atención inclusiva en los diferentes periodos evolutivos, pero, ha sido muy débil la atención científico investigativa para develar las acciones del proceso educativo en la atención a este aspecto del desarrollo y su expresión en el proceso formativo.
Los aspectos señalados apuntan hacia la necesidad de continuar perfeccionando el proceso formativo del educador preescolar, a fin de atemperarlo a las condiciones sociales actuales, a la multicontextualidad en los que hoy se desarrollan los procesos educativos para la primera infancia y a la necesidad creciente de incorporar a la formación de los profesionales los contenidos de las ciencias afines que elevan su preparación integral y perfeccionan los modos de actuación.
En esta dirección se ofrecen algunas sugerencias de orientaciones que puede ofrecer el educador preescolar a los padres, cuidadoras u otros agentes responsabilizados con la educación de los niños en la primera infancia, para asegurar una conducción correcta de las diferentes etapas por las que transita el lenguaje y la comunicación en su desarrollo.
Orientaciones para prevenir afectaciones en el desarrollo de la comunicación y el lenguaje de los niños de 0 a 6 años (primera infancia)
En las primeras semanas de vida, se debe aprovechar toda la actividad que se desarrolla con el bebé durante la alimentación, el baño. Las emisiones vocales del niño (gorjeo, balbuceo) se deben retribuir con caricias, miradas y verbalizaciones. Se debe establecer un intercambio de sonidos, palabras amorosas, sonrisas, expresiones faciales que demuestren alegría y ternura. Aunque en esta etapa del desarrollo él no entiende el significado de las palabras, capta en la entonación de los mensajes la parte afectiva del intercambio comunicativo.
Se debe recordar siempre que en esta etapa se preparan las estructuras para las futuras emisiones verbales y es en la comunicación afectiva donde descansan sus bases, por eso estimular al máximo las producciones verbales lo preparan mejor para comprender y expresar futuros mensajes.
Se debe hablar al niño siempre correctamente, lo cual no quiere decir que la entonación que se utilice en el mensaje no se ajuste a su período de desarrollo. No se debe sustituir el nombre de los objetos y fenómenos por palabras que para el niño son fáciles por su estructura fonética en este momento, lo adecuado es ofrecer el modelo correcto, él se encargará de incorporar gradualmente todos los elementos que por falta de madurez, aún no puede reproducir.
Es necesario que el adulto estimule al niño, pero a su vez, debe permitir que maduren las estructuras que hacen posible diferenciar unos sonidos de otros. Para lograrlo lo adecuado es hablarle al niño de frente y a la altura de su rostro, de modo que él pueda observar sin dificultad los movimientos del rostro y en especial, el de los labios del adulto sin exagerar la articulación de cada parte de la palabra. No se le bebe gritar y no se le debe hablar ni rápido, ni demasiado lento; solo mantener el ritmo normal de la conversación y repetir la palabra tantas veces como él necesite para que capte las diferencias de sonoridad que se producen.
El vocabulario del niño se incrementa en la medida en que tenga mayor relación con objetos de la realidad. El juego es la actividad fundamental que desarrollan y en la manipulación con los objetos llega a diferenciar la forma, el color, el tamaño, las relaciones espaciales entre ellos; elementos que se deben aprovechar para estimular, no solo el lenguaje, sino, el desarrollo sensitivo como peldaño del desarrollo intelectual; es por eso que los mira detalladamente y aprecia su diversidad, escucha el sonido que producen, siente las diferencias en cuanto a textura.
Se lleva los objetos a la boca para saber si poseen algún sabor; es decir, el conocimiento precisa del trabajo de los sistemas sensoriales. Los adultos tienen que compartir estos juegos, ellos conducen el aprendizaje, seleccionan el contenido que el niño debe aprender, jamás se dejarán solos en el intento por descubrir características y rasgos de los objetos y fenómenos de la realidad.
Para que los programas que las tecnologías han dispuesto para los niños se conviertan en verdaderos potenciadores de desarrollo comunicacional, se debe contar con la participación de los adultos, un juego de intercambio comunicativo con un recurso que resulta muy atractivo, pero que solo no potencian las habilidades lingüísticas y comunicativas que estas etapas del desarrollo demandan, ellos ofrecen color, movimiento, música y sus diseños acaparan completamente la atención de los menores.
Es la oportunidad para preguntar y que ellos nombren, describan, narren y exterioricen lo que los juegos y audiovisuales les han proporcionado. Sin embargo, el uso inadecuado de estos recursos lejos de favorecer el desarrollo de la comunicación encierra al niño en un mutismo que no es saludable para los logros que de él se esperan.
El desarrollo del lenguaje transcurre aparejado al desarrollo físico e intelectual, cada sujeto posee su propio ritmo de desarrollo, padres y educadores deben reconocer la individualidad y atemperar los aprendizajes a este ritmo. Y, aunque los estudios han establecido límites para las etapas, tales aprendizajes no son rígidos y hay que verlos en la dinámica de vida de cada sujeto, pero el desarrollo del lenguaje no puede dejarse a la espontaneidad, el niño demanda de una atención por parte del adulto que permanecerá en constante intercambio comunicativo con el niño, este tiene que sentir la necesidad de satisfacer sus necesidades haciendo uso de la lengua, el empleo de la mímica o seña para pedir las cosas tiene una aparición temprana en el desarrollo del lenguaje, pero a ella le sucede el uso de la palabra articulada con la incorporación gradual de todas las estructuras que hacen del lenguaje la herramienta fundamental del pensamiento.
Para evitar los retrasos en el lenguaje hay que estimular su desarrollo, hay que hablar con el niño, él debe relacionarse e intercambiar con otros niños, hay que estimular la necesidad de hablar y eso solo se logra creando ambientes comunicativos, no se imponen estilos, se dan modelos y el niño construye el que se ajusta a sus características por lo que los modelos que se le ofrecen tienen que ser los correctos.
CONCLUSIONES
Las consideraciones realizadas develan las limitaciones del proceso de formación inicial para el desarrollo de prácticas inclusivas, referidas a la atención las desviaciones lingüístico- comunicativas en la primera infancia. Aspectos que aluden a la necesidad de resignificar el proceso de formación, al tomar como referentes teóricos - metodológicos los enfoques preventivo, ontogenético y comunicativo de ciencias afines al nivel educativo, así como las concepciones de la inclusión educativa, aspectos estos que ratificarían el carácter humanista del proceso educativo que se desarrolla en este nivel.
El interés está en hacer cada vez más diferenciada la educación de los niños, respetar los ritmos de su desarrollo y potenciar sus capacidades al reducir los errores que por desconocimiento se cometen con ellos.
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- » Recibido: 08/10/2020
- » Aceptado: 08/12/2020
- » Publicado : 25/04/2021